“¡Mira, mamá, una torre!”Tenía apenas 2 años cuando, con manos temblorosas pero decididas, logró apilar tres bloques uno encima del otro. No eran muy altos, no eran simétricos, y la torre se derrumbó al segundo intento. Pero su sonrisa… su sonrisa fue más grande que cualquier edificio.

Ese pequeño gesto, que parecía un simple juego, en realidad era un logro enorme. No solo estaba apilando piezas; estaba conectando ideas, experimentando con la gravedad, fortaleciendo sus dedos, y ganando confianza en sí misma.

Desde ese día, los bloques se volvieron parte de nuestra rutina. A veces eran casas, otras veces trenes, otras veces simplemente una excusa para derribar torres una y otra vez. Pero siempre, sin saberlo, estaban construyendo algo más importante: su desarrollo.

Porque sí, los bloques son mucho más que juguetes. Son herramientas que estimulan la mente, el cuerpo, las emociones y el lenguaje. A través de ellos, l@s niñ@s no solo aprenden a construir estructuras, sino que también están construyendo su mundo interior.

El juego con bloques y como favorecen el desarrollo de tu peque

Desarrollo físico

El juego con bloques contribuye al desarrollo de la motricidad fina al mejorar la coordinación mano-ojo y la destreza manual mediante actividades como apilar, encajar y construir. Al levantar y mover bloques, l@s niñ@s también fortalecen su motricidad gruesa, lo que favorece su fuerza y coordinación corporal.

Desarrollo sensorial

Manipular bloques de diferentes colores, formas y texturas enriquece la percepción visual, auditiva y táctil. A través de esta interacción, aprenden a reconocer y diferenciar diversos estímulos, lo que fortalece sus habilidades sensoriales.

Desarrollo cognitivo

El juego con bloques introduce a l@s niñ@s a conceptos fundamentales como tamaño, forma, asociación, conteo e identificación de patrones. Al intentar encajar diferentes piezas, comprenden las relaciones de causa y efecto, lo que fomenta su creatividad y estimula sus habilidades de pensamiento crítico.

Desarrollo del lenguaje

El juego con bloques también estimula el desarrollo del lenguaje y la comunicación. Al verbalizar sus acciones y pensamientos durante el juego, l@s niñ@s expanden su vocabulario y mejoran sus habilidades comunicativas. Además, el juego con bloques facilita el aprendizaje de formas y colores, contribuyendo a un mayor enriquecimiento del lenguaje y la comprensión del mundo que les rodea.

Desarrollo social y emocional

Jugar con bloques en un entorno colaborativo enseña a l@s niñ@s a compartir, turnarse y trabajar en equipo. Además, lograr construir estructuras con éxito les proporciona una sensación de logro que refuerza su autoestima y autoconfianza. Al mismo tiempo, les ayuda a manejar la frustración cuando las construcciones no salen como esperan, lo que les enseña a perseverar y regular sus emociones, contribuyendo positivamente a su desarrollo emocional.

Etapas del juego con bloques: 

El desarrollo infantil a través del juego con bloques se despliega en varias etapas durante los primeros tres años de vida:

  • De 0 a 6 meses: L@s bebés exploran los bloques con sus manos y boca, lo que les permite descubrir texturas y sonidos, mientras desarrollan el agarre palmar, fundamental para la coordinación mano-ojo.
  • De 7 a 12 meses: A esta edad, la coordinación mano-ojo mejora, y l@s bebés comienzan a apilar uno o dos bloques, observando con mayor atención las texturas, colores y formas.
  • De 12 a 18 meses: L@s niñ@s empiezan a construir torres simples de tres o cuatro bloques, y aunque de forma inconsistente, ya reconocen y nombran algunos colores y formas básicas. También disfrutan derribando estructuras, lo que les ayuda a comprender el concepto de causa y efecto.
  • De 19 a 24 meses: En esta etapa, l@s niñ@s pueden apilar hasta seis bloques o más, comenzando a construir estructuras más variadas. El juego simbólico surge cuando los bloques empiezan a representar otros objetos y l@s niñ@s comienzan a agruparlos por tamaño, forma o color.
  • De 25 a 30 meses: L@s niñ@s son capaces de crear estructuras más complejas, como puentes y casas sencillas. Su coordinación y control motor continúan desarrollándose, lo que les permite crear patrones simples y comprender conceptos espaciales como “dentro”, “fuera”, “arriba” y “abajo”.
  • De 31 a 36 meses: El juego se vuelve más imaginativo y simbólico. L@s niñ@s crean escenarios completos, colaboran con sus pares en construcciones y comienzan a narrar historias utilizando los bloques como parte de su juego de simulación.

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