Seguramente has escuchado esta frase más de una vez: “Ponle música clásica a tu guatita, así tu bebé será más inteligente.” ¿Verdadero o falso? Vamos a descubrirlo paso a paso.

En los años 90, un estudio publicado en la prestigiosa revista Nature desató una ola de entusiasmo. En este experimento, un grupo de estudiantes universitarios mostró una mejora temporal en una tarea de razonamiento espacial después de escuchar música de Mozart por 10 minutos. Sin embargo, el efecto duraba apenas unos minutos… pero los titulares no lo contaron así.

Por ejemplo, un artículo del New York Times proclamó: “Escuchar a Mozart te hace más inteligente.” Y con eso, nació el famoso “efecto Mozart”. ¿El problema? El estudio en ningún momento mencionaba bebés ni embarazadas, pero aun así la idea se viralizó. Como resultado, surgieron discos, juguetes y programas educativos que prometían bebés genios con solo unos minutos de música clásica.

Hoy en día, no hay evidencia científica que respalde que ponerle música clásica a tu bebé en el vientre aumente su inteligencia. En otras palabras, es simplemente un neuromito.

Ahora bien, ¿eso significa que la música no tiene ningún valor en el desarrollo infantil? ¡Para nada

La música no hace milagros, pero sí

Estimula el lenguaje: Al escuchar música, los bebés se exponen a ritmos, tonos y patrones sonoros que apoyan el desarrollo del habla y la comprensión.

Mejora la memoria y las habilidades auditivas: Ayuda a afinar la percepción de sonidos y a reconocer patrones.

Activa el sistema nervioso: Escuchar música, moverse al ritmo o tocar instrumentos estimula múltiples áreas del cerebro.

Fomenta la concentración y la atención: La estructura repetitiva y melódica favorece el enfoque.

Fortalece el vínculo afectivo: Cantarle a tu bebé es una poderosa forma de conexión emocional y de regulación.

 No cries un genio, cría un niño feliz (con música también)

No necesitas poner a tu bebé frente a un parlante con sonatas de Mozart para apoyarlo en su desarrollo. Basta con

  • Cantar canciones de cuna
  • Acompañar las rutinas diarias con melodías suaves
  • Jugar con ritmos, palmas e instrumentos sencillos.
  • Crear momentos musicales compartidos: abrazos, baile y mucho contacto visual.

Ponerle música clásica a tu bebé no lo hará más inteligente, pero sí puede enriquecer su desarrollo emocional, cognitivo y afectivo. Así que, si te gusta la música, ¡compártela con tu peque! No desde la presión de “estimular su coeficiente intelectual”, sino como una hermosa forma de conectar, acompañar y disfrutar juntos.

¿Tú le pusiste música a tu bebé en la pancita? ¿Cuál era su canción favorita? ¡Te leo en los comentarios!

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Con cariño,

Equipo Miimi

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