Recuerdo la primera noche que mi pequeña durmió sola en su pieza. Fue un momento agridulce: orgullo por lograr su independencia y una pizca de ansiedad por el hecho de no sentirla físicamente tan cerca. En mi cabeza repetía entonces ese mantra: la independencia es el primer paso hacia la autosuficiencia. Y sentía gran satisfacción al pensar que ella lo había logrado porque habíamos sentado las bases de un apego seguro.
Pero no todo antes de pasar a esta etapa fueron ideas positivas. Durante mucho tiempo escuché comentarios como: “Si duerme tanto tiempo junto a ustedes, nunca saldrá de su pieza”. También conocimos de niños que lloraban y se negaban a esta separación, y de lo difícil que se hacía el cambio para toda la familia.
Por eso, y ante el temor de lo que podía suceder, preparamos un plan para facilitarnos el proceso. Nos sorprendimos al ver que fue mucho más fácil de lo que imaginamos. Ahora nuestra hija ama tener su propio lugar, e incluso duerme en su cama toda la noche.
Esto fue lo que nos funcionó para facilitar la transición.
¡¿Solit@, yo?!: Por qué me resulta difícil
Desde los primeros años de vida, l@s niñ@s dependen de sus padres para todo: les damos alimento, abrigo, sostén… Por tanto es natural que la idea de no tenernos cerca les genere inquietud y, sobre todo, que experimenten una sensación de soledad cuando les acostamos para dormir sol@s.
A medida que crecen, aprenden a calmarse y a relajarse por sí mism@s. No obstante, este hito del desarrollo emocional se manifiesta de formas diferentes en cada peque. Por eso les recomiendo no forzarlos a mudarse a su pieza si observan que no están list@s. En ese caso, podría ser más valioso centrarse en crearles un espacio seguro donde se sientan cómod@s, sin presionarl@s a dar pasos hacia la independencia.
¿Está list@ para dormir sol@? Señales clave a observar
Antes de que mi hija durmiera sola en su pieza, lo primero que hicimos fue analizar si estaba lista para ello. Algunas señales que nos dieron la “luz verde” fueron que dormía y se levantaba casi siempre sobre la misma hora, y que ya no tenía despertares en la madrugada. Además, mostraba cierta autonomía cuando realizaba actividades. Por ejemplo, jugaba de manera independiente delimitando su espacio y expresaba preferencias.
Una vez que tuvimos la certeza de que era el momento preciso, trazamos un plan para la transición. ¿Qué hicimos?
1. Hablamos con entusiasmo : Antes de la transición le contamos lo emocionante que sería tener su propio espacio. Durante el día jugábamos y leíamos en su pieza para que la asociara con algo positivo y familiar. Puedes jugar con los peluches, contar historias o utilizar un pictograma que incluya la idea de que mamá y papá también se van a dormir.
2. Personalizamos su espacio: La hicimos parte del proceso. Eligió las pegatinas para la pared, las sábanas de su cama, dónde irían sus libros y, por supuesto, su peluche favorito. Esto convirtió su habitación en un lugar acogedor y único para ella.
3. Mantuvimos su rutina: Horarios fijos y actividades relajantes, como leer un cuento o cantar una canción antes de dormir, fueron clave para que el cambio se sintiera seguro.
4. Le aseguramos que no estaba sola: Conversamos con ella y le dijimos que siempre podría llamarnos si nos necesitaba, y que si en algún momento quería venir a nuestra pieza, era totalmente válido. Saber que estábamos ahí le dio tranquilidad para adaptarse.
5. Practicamos la transición estando presente: Empezamos con siestas en su cama y, al principio, nos quedábamos cerca hasta que se dormía, poco a poco, nos fuimos distanciando. Esto le ayudó a acostumbrarse a la idea de dormir sin la presencia de un adulto.
7. Celebramos el proceso: Cada mañana la celebrábamos: ‘¡Dormiste tan bien en tu cama!’. Eso reforzó su confianza y motivación.
Nuestros Libros
Apóyate de nuestro libro para dar comienzo a esta nueva rutina

Recuerda que…
Cada niñ@ avanza a su propio ritmo y es normal experimentar retrocesos. Siguiendo estos pasos y siendo constantes he visto cómo mi hija ha aprendido a disfrutar de su propio espacio, una experiencia gratificante tanto para ella como para mí.
Recordemos que estamos formando a nuestr@s hij@s para que sean emocionalmente independientes y capaces de disfrutar de su propia compañía.
Confía en ti, confía en tu hij@, y celebra cada avance, por pequeño que sea. ¡Lo están haciendo increíble!